sábado, 22 de octubre de 2011

Noviembre 2021: 10 AÑOS DESPUÉS DEL CIERRE

Investigadores del ámbito de la biomedicina conmemoran estos días aquel fatídico mes de noviembre de 2011 en el que se produjo el cierre del Centro de Investigación Príncipe Felipe. Fueron días duros para un sector tradicionalmente castigado por la escasez de inversión pública y la precariedad en el empleo, pero que nunca antes había sentido tan duramente los efectos de la indiferencia de los gobernantes hacia la creación de conocimiento. La noticia causó estupor entre los científicos españoles y extranjeros, si bien no trajo consigo ninguna dimisión política ni hubo consecuencias para los gestores del Centro.

Ahora que se cumplen 10 años de aquel suceso, hemos querido entrevistar a una de las investigadoras que, por aquel entonces, iniciaba en ese Centro sus pasos como group leader y que hoy recuerda con tristeza aquellos momentos y sus claves.

P.: Cómo te enteraste de la noticia de que se iba a cerrar el CIPF.
R.: Esa mañana estábamos en el Laboratorio, como siempre, intentando mantener nuestro ritmo de trabajo, aunque era muy difícil porque algunos de mis técnicos que iban a ser despedidos estaban más pendientes de las negociaciones del ERE que se habían puesto en marcha un par de semanas antes. De repente, vino corriendo a mi despacho otra investigadora principal, amiga mía, que venía desde su laboratorio con la cara desencajada, cerró la puerta y me dijo que era oficial, que el Centro se cerraba... se lo había dicho alguien de Administración.

P.: Cómo reaccionaste ante esta información.
R.: Al principio no me lo creí. Eran tantos los bulos que habíamos oído durante los meses anteriores que me resultaba difícil no pensar que este fuese otro más. Sabíamos que el anteproyecto de los presupuestos de la Generalitat para 2012 que se había presentado unos días antes contemplaba una subvención para el CIPF inferior a los 4,6 millones de euros que nos había prometido la Conselleria de Sanitat, pero todavía nadie nos había dicho que fuésemos a desaparecer por ello. Pero, entonces recibí un e-mail de otro compañero, que acababa de reunirse con el Gerente y se lo había confirmado: el Banco sólo veía riesgos en este Centro y había decidido no prestarnos el dinero que necesitábamos para seguir funcionando e, irremediablemente, debíamos disolvernos o entraríamos en quiebra técnica.

P.: Qué ocurrió entonces en el Centro.
R.: La alarma se extendió, la noticia corrió como la pólvora. Nadie se lo podía creer: ¡no puede ser!, decía la gente en los corrillos... ¡nos cierran!...

P.: La Conselleria se escudó entonces en la crisis económica que vivía el país, en aquel momento en su punto más álgido, y en la necesidad de primar el gasto en la atención sanitaria, pero también se habló mucho de la mala gestión de los años anteriores. Tiempo después han habido muchas especulaciones sobre si hubo presiones de algún político para cortar el grifo a este Centro. Qué piensas al respecto.
R.: Sí, he oído el rumor sobre esas presiones que vinieron de alguien para cerrar el CIPF, pero sólo es un rumor. Está claro que era una muy mala época: la economía estaba estancada y el paro era brutal, pero también es cierto que, años antes, cuando había dinero, tuvimos una oportunidad estupenda de consolidar un Centro de Investigación biomédica valenciano y, entre todos, aunque unos más que otros, la echamos a perder: unos gestores torpes, que tiraron el dinero cuando lo había; su equipo de gestión sin cualificación suficiente; unos investigadores jefes que gastábamos como si el dinero lo regalasen, empeñados en que el concepto de rentabilidad no era para nosotros; un Comité de Empresa que no supo anticiparse porque, siempre de espaldas a la realidad, actuaba como si tuviésemos un derecho innato e indiscutible a ser subvencionados para siempre, por guapos. Está claro que nadie empujábamos en la misma dirección.

(...)

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